sábado, 19 de septiembre de 2015

Aprendizaje o Resiliencia

Revisando las redes sociales y la prensa tras el terremoto 8,4 grados Ritcher que registró nuevamente nuestro país en la víspera de una de las celebraciones más importante para Chile, nuestras Fiestas Patrias, he podido percibir la serenidad con que actuaron la mayoría de los compratiotas donde fue el epicentro del sismo, región de Coquimbo, y también de aquellos que siguieron al pie de la letra el protocolo de evacuación de las zonas costeras.

Y es que un movimiento de estas características, lo único que provoca es temor y deseos de salir huyendo para buscar resguardo y mantener nuestra integridad y nuestra vida.

Pero lo que hemos percibido de aquellas personas que viven en la zona afectada, es total y absoluta  serenidad, primero para  asumir que se ha perdido todo lo material, el esfuerzo de muchos años de trabajo, y que pese a ello,  está la motivación para levantarse nuevamente.

Esa entereza es admirable y entonces surge la inquietud, si es que ya hemos aprendido a vivir en un territorio sísmico o que ante tanto reto de la naturaleza estamos aprendiendo a superar estas circunstancias traumáticas.

A mi parecer, ambas cosas son necesarias para salir delante de una situación como estas y ambas  se vieron reflejadas en este nuevo episodio natural que nos ha tocado vivir.  Ha sido notorio el aprendizaje que han adquirido quienes están gobernando, puesto que al cabo de unos minutos del movimiento ya se estaban disponiendo las alarmas para evacuar las zonas costeras, porque venía un tsunami. Lo propio ha hecho  la cuidadanía que ya está preparada con un kit de emergencia, asumiendo que ante una situación como estas es necesario seguir los protocolos que ha dispuesto la autoridad.

Es cierto que tras este suceso, las celebraciones de nuestra Independencia Nacional, al menos este año,  han sido distintas, ha habido celebración claramente, pero con mesura como una forma de solidarizar con nuestros compatriotas y recordar aquellos fallecidos; ello demuestra que ante la adversidad estamos dispuestos a levantarnos y no nos quedamos solo en el lamento.  Ello ha sido  motivo de asombro desde el extranjero.

Entonces, solo queda confiar en que los protocolos de emergencias  sigan mejorando; que nunca más tengamos que lamentar un 27F y que los afectados cuenten, no solo con el apoyo del vecino, que  al instante tiende una  mano generosa, sino que del Estado para que los pueblos se vuelvan a levantar y de este modo continuar con sus vidas, esa que a veces se ve remecida por una naturaleza inquieta.

domingo, 13 de septiembre de 2015

Retomar liderazgos, el llamado de un pueblo

Clara y precisa fue la crítica que este domingo 13 de septiembre,  realizó el pueblo evangélico a las autoridades del país.  A diferencia de otras oportunidades, esta vez la consigna fue la desconfianza y  la pérdida de credibilidad  de las instituciones, en todo orden.

Y es que nadie había explicado de manera clara y sin interpretaciones políticas, la situación que atraviesa el país, como lo hizo el Obispo Emiliano Soto en el tradicional Tedeum de las Iglesias protestantes. El líder religioso dijo que “es alarmante comprobar la pérdida de confianza en los liderazgos y en las relaciones sociales”.

Hasta hace algunos años, este tipo de críticas solía darse entre los mismos políticos, pero hoy en día la situación es tan alarmante, agobiante y preocupante, que cualquier ciudadano, tiene claro que hay un problema grave  en nuestra sociedad y se llama “desconfianza”, con la cual no se podrá avanzar, por muy interesantes que sean los programas de gobierno.

Lo importante es que el mensaje lo oyó in situ  la misma Presidenta Bachelet, por lo tanto no hay excusa para no entender que se hace necesario y urgente tomar  medidas que permitan devolver la confianza a la cuidadanía,  porque con la desconfianza instalada no se puede avanzar, es casi imposible crecer y lo que es peor, genera mayor desigualdad de la que ya hay.

Entonces el llamado a las instituciones, especialmente  a las públicas, es retomar el liderazgo, ese que se ha perdido por mezclar la política con los intereses personales y económicos. 

¿Cómo se hace?, creo que asumiendo de manera humilde que nos hemos equivocados, que se ha errado en el camino por querer un mejor país para todos, pero sobre todo, reconociendo que las cosas no están bien y que es necesario enmendar el rumbo, puesto que la cuidadanía no aguanta tanta injusticia y desigualdad , menos bajo un gobierno cuya bandera de lucha ha sido terminar con este flagelo, pero que lejos de terminar, está por acabar con ellos, una nueva coalición , que de nueva solo tiene el nombre.


Es necesario, por el bien de  todo un país, que se termine con las acusaciones cruzadas y que se trabaje unidos  todos los sectores, que  se retome el diálogo, sin enfrentamientos. A mi parecer esa sería la receta para comenzar a cambiar y de este modo devolver la confianza y el liderazgo perdido, porque un pueblo con líderes ficticios, no va por buen camino.