Curioso, por decirlo menos, resulta los datos revelados por la
Fiscalía Nacional Económica y los casos de colusión en las tres cadenas de
Supermercados más importantes del país, Cencosud, SMU y Walmart Chile.
Lo curioso no es la práctica, que ya parece habitual entre
las grandes empresas, sino el tiempo que se demora en conocer, en tener a mano los resultados de una
investigación, a un hecho que nos deja perplejos y preguntándonos como
consumidores, hasta cuando se permite este tipo de prácticas que sólo dañan a
los consumidores y lo que es peor, la confianza de la ciudadanía hacia las
instituciones y las mismas empresas. Y es que los datos dados a conocer por la FNE, datan de 2011 o 2012, es decir, no es necesario ser expertos en matemáticas para darse cuenta que desde entonces a la fecha, las billeteras han aumentado a costillas de usted y yo.
Es
grotesco pensar que ya no es la delincuencia, la salud o la
educación los temas que afectan a los chilenos, sino que este tipo
de cosas, que dañan la confianza y lo que es peor los pocos recursos con que
vive la mayoría en este país.
Colusión en farmacias, los pollos, los supermercados, el
transporte, la energía eléctrica, el agua, los peajes en carreteras, la mezcla
del dinero con la política, el costo en salud, la educación, qué más debemos
soportar los chilenos.
Entonces señores, se hace necesario y de manera urgente exigir a
las autoridades mayor fiscalización, control y castigo a quienes incurren en
este tipo de prácticas abusivas que dañan el bolsillo de la clase media. Esta
es la única forma de evitar caer en una suerte de desorden social, impulsado
por un Estado permisivo.
Ahora
resta esperar cual será la reacción de los parlamentarios con este tema, si es
que respetarán el sentir de la ciudadanía que condena estos abusos o
simplemente los argumentos económicos pesarán más a la hora de votar el
proyecto de Ley que se tramita en el Congreso y que castiga los acuerdos para
fijar precios.
Los
chilenos comunes y corrientes, esos que todos los días nos levantamos para
mover este país y que no percibimos grandes sueldos,
necesitamos volver a confiar en las autoridades y las instituciones, pero de
manera urgente. Es decir, es vital hacer un guiño a la ciudadanía, esa misma
que es castigada con onerosos costos de vida, pero que resulta importante y
bien codiciada a la hora de ir a las
urnas para elegir representantes.
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